miércoles, 9 de julio de 2008

Quien me lo iba a decir a mi.

9 DE JULIO DE 2008. Borrador rescatado


Mi Shadana. La que nunca alcanzo a acabar. Aunque este blog no lo va a leer nadie, me da hasta verguënza decir que voy a iniciarla otra vez. Es dificil.

La iniciaré ahora que tengo menos trabajo. Ahora que comprendo muchas más cosas. Ahora que iniciaré pronto mis estudios para ser monitora de Yoga Kundalini. Quien me lo iba a decir a mi.

Nadie. Me habría reído de quien me lo hubiera dicho. Me hubiera reido de que haya sido capaz de estar durante dos años en una actividad cualquiera seguidos, sin distraerme en otras mil actividades mas durante el proceso. De que esa actividad fuera Yoga. Me habría reído, y mucho. El Yoga era para mí totalmente desconocido. Estaba llena de prejuicios a cerca de él. Nunca me habría acercado por mí misma a ningún lugar donde se practicara Yoga. Nunca.

De hecho, hace más de dos años, decidí que debía hacer algo para mí misma, ya que llevaba toda la vida trabajando sin descanso, creando proyectos, soñando y trabajando, trabajando... Esa era toda mi vida. Sin parar, sin parar... Acabé encerrada en mi mente. Atormentada. Me encontraba en una rueda que giraba vertiginosamente y de la que pensaba era imposible salir. No dominaba en ningún momento mi mente, tenía preocupaciones mil, no podía dormir, el estado de nervios en que me había sumido desde hace 20 años, se estaba cobrando su deuda, manifestándose en VARIAS enfermedades psicosomáticas producidas por un estado de ansiedad extremo en una cantidad de tiempo demasiado largo. Durante esos años, tuve avisos, PENSABA que era natural sentirse así, no podía parar y creía que así era la vida. Y no podía parar. Sencillamente no podía.

Estaba SIEMPRE en tensión, de día y de noche. No podía relajarme aunque hiciera ejercicios de relajación. Y pasaban los años, y esa angustia crecía y crecía sin que yo pudiera hacer absolutamente nada. Médicos. Pastillas, más médicos y más pastillas, y me idiotizaban, y cuando las dejaba vuelta a empezar. Mi mente no paraba ni un segundo. No le deseo ese estado ni a mi peor enemigo.

Un día, tras salir de un médico amigo que se limitó a decirme. Tienes que cuidarte, si no lo haces, no durarás mucho.

Decidí buscar un tiempo para mí. Me esforzaría, y buscaría un tiempo para cuidar de mi. Entre otras cosas, fuí a un fisioterapeuta, tenía que aliviar mis tremendos dolores de espalda, para los que me habían ordenado rehabilitación y natación hacía ya varios años y no lo había hecho. Le pregunté, durante una sesión de masaje, qué tipo de ejercicio podría sustituir a la natación, deporte imposible de practicar para mi. Demasiado tiempo, demasiada obligación, y además no me gustaba nada, como todos los deportes. Me recomendó que asistiera a Yoga. Ni que decir tiene que puse el grito en el cielo..... (Entrada sin acabar. Rescatada el 7 de noviembre 2008 )